diciembre 19, 2012

También tenemos siete años

Entramos a la casa, nos liberamos de las cosas pesadas y las ojotas, y salimos al jardín para checkear la pileta. Hace un poco de calor pero el agua está muy fría. En lugar de meternos, él se para sobre el borde triangular y puntiagudo de la pileta y me dice "te juego a que no llegamos a la otra punta (de la pileta) sin caernos". Me sorprendo por la invitación y lo veo que arranca a caminar hacia el otro lado haciendo equilibrio para no caerse. Llegando al final, se cae, y me dice que me toca a mi. Yo tiro al pasto lo que tengo en mis bolsillos y pongo un pie adelante del otro; después de algunos minutos llego al otro lado sin caerme. Le gano, paso la prueba. Él dice que ahora me toca a mi hacerlo pero hacia el otro lado. Lo intento una vez más y fallo. 

La situación me llama la atención. En ese juego inventado por no meternos al agua tenemos 7 u 11 años, pero en realidad tenemos 25 años y la capacidad de divertirnos de la misma forma en que nos conocimos.

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