septiembre 17, 2012

Mi método

El día que me tocó vivirlo, no sabía que lo tenía adentro mío, pero supe inmediatamente que tenía que hacerlo de esa forma.

Me llamó por teléfono, me dijo que finalmente se había muerto y que estaba triste. Yo le dije que la pasaba a buscar pero adentro no sabía qué iba a hacer ni cómo moverme en el encuentro. En estos casos trato de llevar conmigo ciertas herramientas, sobre todo para no quedar desubicado. En las situaciones de extrema sensibilidad es importarte no correrse de los límites porque la herida puede abrirse y doler más. Encima hay una parte mía muy naturalizada que es la de la búsqueda, pero cuando ya se está profundo y con la herida fresca no está bueno ahondar más. Entonces nos encontramos y después del abrazo me di cuenta qué era lo que tenía que hacer.

Me propuse distraerla. Saqué las anécdotas más simples, todos los cheap talks y chit chats, esas historietitas que elijo no retener por mucho tiempo porque son más menos que más, y apuntar directamente a la distracción. Suficiente realidad estaba viviendo. 

Así, nos alejamos durante una hora de la situación y del mundo y del planeta. Sobre todo, nos reímos. Elegí intentar generarnos una risa así no más sea superficial. Al final de todo la dejé en el mismo lugar por el que la había pasado a buscar, nos volvimos a abrazar y agradecer. Y ya volviendo a mi casa, supe que había tomado una buena decisión y ,también, que habíamos crecido.

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