mayo 09, 2010

Tour

Después de pagar la entrada a precio de estudiante, tuve que dejar la mochila en uno de los lockers rojos que había en la entrada, no sin antes sacar la billetera porque sabía que cuando terminase el recorrido iba a querer gastarme algo -bastante- de plata en la tienda. Antes de cruzar el portón que inicia el recorrido -primero el Renacentismo- giré mi huella sobre el ipod, cambiando de Daft Punk a Explosions in the sky. Me reí de que el arte de tapa de All of a sudden I miss everyone se pareciera un cuadro expresionista de Van Gogh y con la primera pista me adentré en el mar de gente que ese mismo día visitaba este museo al que nunca había venido. Cuando me acomodé la capucha también me acomodé los auriculares -enormes- para dejarme inundar por esos bajos que me hacen viajar y me sentí el protagonista de una de esas historias que pasan en Japón o China y los colores de la fotografía son pastel, donde el joven se encuentra en otro lugar del mundo, alejado de familiares y amigos, tratando de sacarle provecho a la experiencia de recorrer(se) en un país extranjero.

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