Mi mamá es de leer mucho. El diario, una revista, una novela, un recetario, no importa, ella lee. Se sienta en el sillón e inclina cas todo el cuerpo para alcanzar esa luz con la que vería incluso si no se inclinara. Ella se levanta temprano para ir a trabajar pero no le importa: son las dos y pico y ella sigue leyendo.
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Ahora me doy cuenta que yo soy casi igual que: estoy escribiendo esto a las cuatro menos diez, justo cuando dejé de leer mi libro.
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